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DISCURSO HOMENAJE SANTIAGO IMÁN


DISCURSO PRONUNCIADO EL DÍA 31 DE MAYO DE 2019, EN EL CLXXX ANIVERSARIO DEL INICIO DE LA REBELIÓN FEDERALISTA Y HOMENAJE AL GENERAL SANTIAGO IMÁN VILLAFAÑA
POR ERIK OJEDA NOVELO

-SALUDO A LAS AUTORIDADES-

Por muchos años la figura de Santiago Imán ha permanecido prácticamente en el olvido; es gracias a dos investigadores extranjeros: Terry Rugeley, que en 1999 nos obsequia un ensayo titulado: “El Caudillo de Tizimín” y al Dr. Arturo Taracena que en 2013, nos presenta una extensa biografía con un análisis preciso en su libro, “De héroes olvidados, Santiago Imán, los huites y los antecedentes bélicos de la Guerra de Castas” que podemos reconstruir la vida de este ilustre tizimileño.
Rugeley inclusive menciona que en sus investigaciones viene a Tizimín, y al preguntar por si alguien conocía a Santiago Imán, uno de sus entrevistados al ver su insistencia, este le respondió que quizá se trataba de un Charro; y ambos, tanto Arturo como Terry, denotan que ni una calle, ni un monumento, ni una escuela, ni un parque lleva el nombre de este célebre personaje.
En 2011 la maestra Sol Ceh Moo realiza una novela, en maya y español, titulada el “Llamado de los Tunkules”, donde de una manera poética nos narra las odiseas de Santiago Imán; la imaginación de esta autora de como debieron ser estos pasajes es sin duda fascinante.
Hoy producto de estos trabajos de investigación es que podemos saber que Santiago Imán; Santiago-Savino-Imán-Villafaña nació el 30 de diciembre de 1799.
A su corta edad, sus padres Faustino Imán Palomino y Gertrudis Villafaña Pérez,  se mudan a Tizimín por razones económicas.
En 1825 contrae matrimonio con María Nicolasa Virgilio, viuda de José Antonio Molas, con quien había procreado dos hijos, Sebastián Molas, nacido en 1819, y Rudecindo Molas, nacido en 1924. El matrimonio Imán- Virgilio tuvo 8 hijos: Juan de la Cruz 1826, Marina 1828, Dolores (crianza), Inés 1830, Leonarda 1833, Martín 1835, Eligio 1837 y José Jesús 1839.
En esos años adoptó la profesión de comerciante y adquirió la propiedad de “San Pedro” en Sucilá.
Su carrera militar comenzó cuando el 7 de diciembre de 1824 entró como soldado teniente segundo en la 1ª. Compañía de fusileros del Batallón 3º activo con sede en Tizimín. Inmediatamente fue promovido a teniente, con la tarea de reclutar a los hombres del poblado para la milicia activa. El 9 de julio de 1830 fue ascendido a capitán de milicias, grado que le fue ratificado por despacho presidencial el 25 de agosto de 1835. Aunque que por períodos se dedicó a atender asuntos privados.
El 26 de junio de 1836, como capitán de la 5ª Compañía del 3er. Batallón Activo, por sus ideas federalistas y por oponerse al reclutamiento indiscriminado de yucatecos para el ejército mexicano con el objetivo de combatir en Texas, se alzó en armas en contra del gobierno centralista. Ello le costaría 9 meses en prisión, quedando libre debido a que el licenciado Gregorio Cantón logrará oponer motivos de salud para ese efecto.
Pero Imán no abandonó sus ideas, el 29 de mayo de 1839 hizo estallar la rebelión federalista en Tizimín acompañado de Sebastián Molas, José María Vergara, Pastor Gamboa Losa, de soldados fugitivos del 3º activo, algunos vecinos de Tizimín, unidos a varios negros colonos del rancho San Fernando Aké; proclamando el sistema federal con base en la Constitución de 1824, y exigiendo la reposición de las autoridades destituidas por los centralistas en 1834.
Las primeras indicaciones de la sublevación imanista llegaron el 30 de mayo de 1839, cuando un grupo de ocho hombres armados aparecieron en la casa del coronel Roberto Rivas en Espita. Llevaban una carta de Imán mismo, fechada el 19 del mes y año en curso, en la que invitaba a Rivas a que tomara parte en “el grito glorioso de la libertad”. Imán pidió les entregara a sus soldados, armas y municiones tan pronto como fuera posible, aseguró tener a 400 seguidores, la mayoría de San Fernando Aké. En una carta semejante, Imán proclamó a favor de la república federal y convocó a los partidarios interesados a que tomaran las armas. Estas cartas se originaron en el “cuartel general libertador del Oriente”.

Rivas no perdió tiempo en reprimir tal sublevación. La batalla inicial comenzó a las 4:30 de la mañana del 31 de mayo y duró dos horas. Al fin, Rivas echó fuera a los 70 u 80 imanistas (los 400 anunciados nunca llegaron), que huyeron abandonando sus armas y caballos, al igual que una bandera que Imán había preparado para la ocasión.

Imán se refugió momentáneamente en San Fernando Aké, El 27 de junio Rivas dividió sus fuerzas en tres partes y atacó San Fernando, pero fue obstaculizado por una emboscada no prevista. Logró expulsar a los imanistas de la noria de Juan José Leal y capturó su cañón. El sendero sangriento de los rebeldes siguió del monte hacia el noreste.
Desde julio de 1839 hasta febrero de 1840 la mayoría de las batallas sucedieron en el partido de Tizimín, no en la ciudad misma, sino en los pueblos a su alrededor: Calotmul, Sucopó (sic) y otros.

El 11 de noviembre Imán ocupó Tizimín con una fuerza de 500 y 700 hombres. Los centralistas derrotaron a los imanistas en Espita, Chancenote y San Fernando Aké, y por fin forzaron su retirada de Tizimín el 12 de diciembre.
Sin alternativas, Imán se retiró hacia Chemax, en ese lugar la  suerte del movimiento tendría otro rumbo, Imán siempre había estado en contacto con las necesidades que los campesinos mayas sufrían y era consciente de la carga que significaba el pago de impuesto a la Iglesia, bajo la consigna de eliminar estos pagos, atrajo a cientos de campesinos, formando un ejército muy numeroso.

El 8 de febrero de 1840, el ejército rebelde atacó Sisal de Valladolid, expulsando a la guardia hasta la plaza de esa ciudad. Los oficiales centralistas Miguel Cámara y Tomás Morán fueron informados de que si no se pronunciaban, serían fusilados. Por lo tanto se unieron a las filas de don Santiago, quien entró a la ciudad el 12 de febrero, llevado en koché (una forma de andas) por algunos de sus seguidores mayas.

Desde Valladolid realizó una proclama que entre otras cosas establecía la restitución de la Constitución Federalista de 1824, que se formaría una junta gubernativa, el congreso convocaría a elecciones y libres, se disolvía el 3er Batallón Activo y en su artículo 10º. Señalaba que quedaban extinguidas las obvenciones que pagaban a los párrocos, así los varones como las mujeres de la clase indígena, y se establecía a Imán como Comandante General del Ejército Libertador.  Cumpliendo la promesa que había hecho a los pueblos originarios.

Pronunciado, en fin, Valladolid, el pronunciamiento de la capital y de los otros pueblos del Estado fue instantáneo. El 18 de febrero levantó su acta la guarnición de la ciudadela de San Benito en Mérida, expresando que se adherían en todo al programa de la revolución triunfante en el Oriente; pero con la modificación de que restablecidas las leyes y decretos federales, cesaban desde luego las contribuciones impuestas por el Gobierno Central, y por último que Yucatán se declaraba independiente del Gobierno de la Unión mientras éste no volviese al régimen federal.

Al perder el oriente, los centralistas descubrieron que su posición en la península era insostenible. Los municipios cercanos a Campeche secundaron el triunfo de Imán: Dzibalchén en marzo, Hecelchakán en abril.

Un campechano con más experiencia militar, Sebastián López de Llergo, asumió el mando del ejército yucateco en esta zona, y de inmediato sitió a los últimos centralistas, ahora resguardados en las varias fortificaciones de la ciudad de Campeche. Durante dos meses Imán radicó en Río Verde, al suroeste de Campeche.

El sitio fue relativamente breve. El 20 de junio se rindió Campeche, con las tropas de Imán y López de Llergo ocupando las calles. El gobernador provisional Juan de Dios Cosgaya llegó y restituyó en una ceremonia al ayuntamiento destituido durante el golpe de Estado conservador en 1834.

Por un momento, Don Santiago Imán Villafaña disfrutó la satisfacción de ser un héroe nacional, sin embargo no sería por mucho tiempo; los políticos de la época menospreciaron el origen provincial de don Santiago, su simpatía con los campesinos mayas y los derechos que peleó por ellos, por lo que los meses posteriores al triunfo definitivo en Campeche, presionaron para que el libertador se retirará a su hogar.

La ambigua reacción hacia el triunfo de Santiago Imán fue evidente desde el principio. Periódicos como Los pueblos –en el fondo un portavoz para los intereses del Congreso yucateco- vertieron alabanzas en Santiago Imán: “¡Héroe de la libertad! ¡Salvador del pueblo! ¡Marchad de los inmarcesibles laureles que habéis grangeado (sic)!... Salve hijo predilecto de Yucatán, pues supisteis salvar a tus compatriotas”. A la vez que pedía al Congreso que lo declarara “Benemérito de la Patria” Pero el punto en el que hicieron hincapié fue su supuesta falta de ambiciones políticas. Al parecer, durante el tiempo de su residencia en Campeche, Imán había prometido que no buscaría ningún oficio ni poder especial para sí mismo. La prensa repitió este punto con tanta frecuencia que es imposible  no pensar que trataron de poner palabras en la boca del nuevo héroe. El Congreso le otorgó el título de general de brigada, sin embargo  la verdad es otra, simplemente le confirió el empleo de coronel con el grado de general de brigada” como consta en la correspondencia interna del Congreso.

El 15 de octubre de 1840, Santiago Imán se despediría de Campeche con un discurso cargado de gran simbolismo dijo en ese momento: “Concluida felizmente nuestra gloriosa revolución, considero satisfechos mis compromisos públicos y me retiro a la vida privada de que salí… me acompaña la satisfacción de haber procurado a mi país lo que como ciudadano debía,… más cualquiera que sea la divergencia de ideas sobre los demás, lo que importa a mi objeto es convenir en que ya tenemos patria, ya tenemos libertad”.  y lanzando la advertencia de que estaría siempre dispuesto a socorrer a la patria de cualquier amenaza. Volviendo a la vida privada a Tizimín y dedicándose a la compra y venta de propiedades

Es notable la falta de un papel significativo por parte de Santiago Imán durante la Guerra de Castas. No lo encontramos en los relatos clásicas del conflicto, ni es muy evidente entre los papeles militares de 1840 y 1850. No obstante, sí tiene determinadas apariciones; 1849, Imán ofreció sus servicios como “agente” en las negociaciones de paz, aparentemente bajo la suposición de que su nombre y su reputación todavía llevaban cierta influencia entre los mayas de Oriente, pero siempre acompañado de las desconfianzas de las autoridades de la época. Dos años después Imán recibió el título de “Comandante Militar del puerto de Yalahau”. El cargo le dio un nivel de prestigio, y demostró su conocimiento e influencia en la región. Sin embargo, fue un cargo básicamente honorífico, dado que la guerra había convertido el noreste en un desierto.

Tan pronto como había pasado lo peor de la guerra, Imán se dedicó otra vez a su gran pasión: los pleitos legales.

Su muerte ocurrió entre la mitad de mayo y diciembre de 1855, muy probablemente haya sido por asesinato.[1]

El Dr. Taracena menciona que: la labor de desprestigio y de olvido hacía la figura del “Libertador” empezó a fraguarse en el mismo momento en que acaecían los sucesos separatistas yucatecos – mucho antes de la guerra de castas-, por obra de sus coyunturales aliados, aunque enemigos de clase y, por su puesto, ideológicos.

Nos queda el legado ideológico de Imán, que con pensamientos más adelantados a los de su época, luchó por un Yucatán federalista motivando la participación de todos sus habitantes: originarios, mestizos y criollos; señalaba que los yucatecos somos descendientes de  Tutulxiú y Cocom” lo que nos habla de que fue un personaje que valoró el derecho a la igualdad de todas las personas.

Y una de las grandes reflexiones del caudillo era “que las revoluciones por más laudables que sean en su objeto, siempre dejan tras sí resultados que es necesario reparar, y para esto, es preciso restablecer el imperio de la ley, única garantía social de orden y de la Paz. (y continuaba diciendo)  Mi corazón se conmueve al mandar un solo tiro a mis hermanos, cuya existencia es para mí demasiado apreciable; todos somos yucatecos, todos somos hijos de una madre común".

Los motivos por los cuales intentaron borrar su legado ya no tienen cabida en el Yucatán del siglo XXI, los escritores del siglo XIX intentaron culparlo de la “Guerra de Castas” sólo por buscar culpables, quedan vacías estas afirmaciones, pues tanto Terry Rugeley como el Dr. Arturo Taracena han demostrado que el interés de Imán al querer ayudar a los pueblos originarios a tener mejores condiciones, era genuino y  que los mismos políticos de la época lo relegaron a un papel menos que secundario, sólo porque iba en contra de sus intereses. Para él aplicaría el término de: “chivo expiatorio”.  Y borrar los años de nuestra separación con México, por considerarlo un episodio vergonzoso tampoco tiene sustento; se caen al constatar que México hoy es una República: representativa, democrática y federal; y que fue precisamente para restablecer el federalismo que Imán inició su lucha.


Hoy a 180 años de este acontecimiento que marcaron la vida del Yucatán del siglo XIX nos encontramos cumpliendo con una cita que quedará en la memoria, devolverle al Caudillo su lugar en la historia de nuestro Tizimín y de nuestro Estado. Y es aquí donde quiero extender mi felicitación y agradecimiento al alcalde el Ing. Mario González, porque se convierte en la primera autoridad tizimileña en honrar decididamente la memoria de este prócer, y desde el luego al senador Jorge Carlos Ramírez Marín su  siempre impulso por preservar la memoria de nuestro pueblo.

Todos somos testigos de este hecho que quedará marcado en el tiempo, y que con profundo sentimiento espero que al llegar a casa nos sintamos orgullosos de que Tizimín es tierra de grandes hombres, que hacen memoria al significado del Mayab: “La tierra de los elegidos” 






[1] Fuentes para la biografía:
Rugeley, T. (21 de 02 de 1999). Santiago Imán, El Caudillo de Tizimín, I Parte. Suplemento Cultural "El Unicornio" Períodico Por Esto!
Rugeley, T. (28 de 02 de 1999). Santiago Imán, El Caudillo de Tizimín, II Parte . Suplemento Cultural "El Unicornio" Periódico Por Esto!
Taracena Arriola, A. (2013). DE HÉROES OLVIDADOS. Santiago Imán, los huites y los antecedentes bélicos de la Guerra de Castas. Mérida, Yucatán: CEPHCIS_UNAM.




DESCARGAR: DISCURSO SANTIAGO IMÁN 


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